Pruébalo todo: A menos que sepas con seguridad que es algo que te va a hacer daño, has el intento de probar todo lo que puedas de la gastronomía del lugar. No permitas que, por dudas o miedo, te pierdas de experiencias que quizá no volverás a vivir, así que ¡cierra los ojos y muerde! Y si no te gusta, simplemente lo bajas con algo de agua y asunto arreglado.
Botella de agua: Lleva siempre una contigo, sobre todo en lugares donde no se puede beber agua del grifo. Y en aquellos países en los que el agua del grifo es potable y segura para consumir, podrías optar por llevar una botella reusable y podrás ahorrar dinero.
Snacks: Lleva siempre snacks salados y dulces en tu mochila cuando vayas de excursión. Así evitarás comprarlos en los sitios turísticos, donde usualmente cuestan muchísimo más.
Lugares donde comer: Prueba la comida de la calle. También es una muy buena idea preguntar a los lugareños dónde puedes comer algo autóctono, rico, y además económico.
No te excedas: Toma en cuenta que comprar las 3 comidas diarias en la calle, puede salirte muy caro (y no hablo solamente de dinero). Procura hacer un pequeño supermercado de cosas básicas como pan, queso, embutidos y frutas para tus desayunos, y lleva de vez en cuando un emparedado hecho por ti para almorzar. No solo vas a darle un descanso a tu bolsillo, sino también a tu estómago.
Date un lujo: No todo debe ser ahorro, así que antes de viajar averigua cuáles son los mejores restaurantes de la ciudad. Si hay alguno muy bien recomendado (aunque un poco caro para tu gusto), podrías hacer una reservación para una noche especial. Seguramente probarás cosas riquísimas y hasta puede que tengan un show incluido. Sin embargo, si una cena no está dentro de tu presupuesto, otra opción podría ser ir a almorzar, porque usualmente ofrecen el mismo menú, solo que en porciones más pequeñas y económicas.